lunes, 16 de mayo de 2011

Internationale Jugendbibliothek Fellowship Programme

Fui seleccionada para participar del programa de becas que da la Biblioteca Internacional de la Juventud en Munich.
Pasé en ese lugar mágico seis semanas increíbles. Y además, tuve la oportunidad de ir por primera vez a la Feria del libro infantil en Bolonia.
Por acá algunas reflexiones personales sobre el viaje (y más con la etiqueta "viaje") y más fotos.

Otras pongo acá:






sábado, 14 de mayo de 2011

Norma Huidobro responde las 15 preguntas



1. ¿Qué respondés cuando te preguntan “a qué te dedicás”?
Digo que soy escritora.

2. ¿Cómo llegaste a los libros para chicos y jóvenes y por qué te quedaste?
Llegué con mis hijos. Les leía mucho y también les contaba cuentos que iba inventando en el momento, a medida que hablaba, con cualquier personaje o situación que ellos mismos me pidieran. Un día me pidieron un cuento con un planeta desconocido y, más o menos al mismo tiempo, me enteré de un concurso de cuento infantil organizado por la UTPBA. Escribí el cuento y lo mandé al concurso. Se elegían ocho cuentos, que se publicaban en un solo libro; el mío fue uno de los elegidos. Así empecé con lo infantil, aunque antes había empezado con el cuento para adultos.  Y seguí porque me gustó y me sentí muy cómoda.

3. ¿Cuál es tu primer recuerdo de un libro?
Una imagen: un enano sonriente, de ojos muy grandes, con un gorro rojo, que corre llevando una especie de botellón en una mano; y creo que tenía una pipa en la otra mano, no estoy segura. Recuerdo también la textura del papel, gruesa, porosa, y hasta el olor. Pero no sé qué libro era; nada, ni el título ni el cuento. Seguramente yo era muy chica cuando tuve ese libro, mucho antes de aprender a leer.

4. ¿Qué estás leyendo ahora?
Un arte espectral (Reflexiones sobre la escritura), de Norman Mailer; Dragón, de Gustavo Roldán; Blanco nocturno, de Ricardo Piglia.

5. ¿Cómo y dónde trabajás un proyecto?
Todo el día y en todas partes, porque empiezo pensando y después escribo. Cuando empiezo a pensar una novela, casi no pienso en otra cosa, y cuando ya la estoy escribiendo, lo mismo. Tomo notas en cuadernos que viven en la mesa de la cocina, en libretas y libretitas que viven en mis carteras; jamás voy a ningún lado sin papel y sin lapicera. Cuando empiezo a escribir la novela, lo hago directamente en la notebook, en mi estudio o en la cocina. Mi estudio es, en realidad, el dormitorio de mi hija, que quedó libre cuando se mudó, y del que me apropié inmediatamente, antes de que a otro se le ocurriera hacer lo mismo. Pero lo de la cocina debe de ser algo ancestral, es mi lugar preferido de la casa, así que cada tanto agarro la notebook y la llevo allí; es una especie de necesidad que me surge de pronto, es como volver a la cueva.

6. ¿Qué detestás de los libros para chicos y por qué?
Las moralinas. Los mensajes. Los famosos “valores”. Por favor. Las buenas intenciones me matan; detesto todo eso puesto a priori para que los chicos hagan una lectura “provechosa”, para que aprendan a ser buenos, educados y adecuadamente sometidos. Odio esos libros. Odio esas historias que no permiten que los chicos (los chicos personajes) hagan nada sin el apoyo del adulto: el adulto bueno, medido, que nunca se equivoca, ya sea el papá, la mamá o el abuelo; el adulto ejemplar que los acompaña y los guía en sus aventuras, y se convierte en su cómplice como si fuera un niño más. ¿Por qué no dejan que los chicos hagan las cosas solos? Ya bastante intromisión de adultos ejemplares hay en la realidad. ¿Por qué hay que soportarlos en la ficción también?
 
7. ¿Cuál es tu lugar y momento favorito para leer?
Me gusta leer en la cocina, durante el desayuno y las comidas (en el caso de comer sola). Comer y leer son dos actividades que se combinan bien. Me gusta leer sentada, con el libro sobre una mesa y apoyado en un servilletero, por ejemplo, a modo de atril; por lo cual no sólo la cocina resulta adecuada, sino también los bares, cosa que hago con mucha frecuencia, ir a los bares, quiero decir; nunca salgo sin un libro en la cartera, porque sé que en algún momento entraré a un bar en busca de un café y un rato de lectura.

8. ¿Tenés algún sueño recurrente para compartir?
Tengo un sueño con casas, casas bellísimas, grandes, con portales, columnas, escaleras, casas suntuosas, antiguas, y otras no tan antiguas y más sencillas, con patios y muchas ventanas y galerías, siempre en lindos lugares, con plantas, con espacios abiertos, con árboles, con alguna playa cercana, no sé si de río o de mar, pero una playa. A veces las veo desde afuera y otras veces estoy adentro, y siempre tengo la sensación de haber llegado a una meta, de haber encontrado lo que estaba buscando y de saber que no era esa la primera vez que las veía o las recorría. Es un sueño lindo, de llegada, de encuentro, de sorpresa, de hallar lo que se busca en el preciso momento en que no se lo está buscando.

9. ¿Qué superpoder te gustaría tener y cómo lo usarías?
Me gustaría tener la facultad de volverme invisible para poder entrar en las casas que me gustan y espiar a mis anchas. Me gustaría mover cosas sólo con el poder de mi mirada, como Matilda; este poder lo usaría para causas justas y cotidianas, como hace ella. Por ejemplo, cada vez que el 168 pasa con el semáforo en rojo por la esquina de mi casa, movería un adoquín para que se le estrellara en el techo (teniendo cuidado de no lastimar a nadie); haría lo mismo con los autos.
 

10. ¿Algún/algunos libro/s de tu biblioteca ideal para recomendar?
Montones, pero seré discreta. Todo Raymond Chandler, el Quijote, Rulfo, Wilkie Collins, especialmente La dama de blanco y La piedra lunar; Carson McCullers, todo, pero más que nada, Frankie y la boda y El corazón es un cazador solitario; La conjura de los necios, de John Kennedy Toole; los cuentos de Haroldo Conti; Los adioses, de Onetti; Ceremonia secreta y Rosaura a las diez, de Denevi; El limonero real, de Juan José Saer; El evangelio según Jesucristo, de Saramago; Guerra del tiempo, de Alejo Carpentier; Ema Wolf, todo; Tolkien, con El hobbit y El señor de los anillos; todo Roald Dahl; La saga de los confines y Amigos por el viento, de Liliana Bodoc; Estupor y temblores, de Amélie Nothomb; Maxi Marote y En la línea recta, de Martín Blasco; Orgullo y prejuicio, de Jane Austen; La sombra del viento, de Zafón; Jane Eyre y Cumbres borrascosas, de las Brontë; todos los cuentos de Fogwill; Los cuentos populares italianos, de Ítalo Calvino… Y paro acá porque dije que iba a ser discreta.

11. Una preocupación actual.
La discriminación. Es una problemática de siempre, pero la veo tan arraigada en nuestra sociedad, que realmente me preocupa. La falta de sensibilidad social de tanta gente me aterra.

12. Un logro del que estés orgullosa.
Mi familia. Mis libros. El haber podido dedicarme a hacer lo que me gusta.

13. ¿Cuál era tu libro favorito cuando eras chica?
Cuando era muy chica, los cuentos tradicionales; sobre todo, Cenicienta; y las revistas de historietas. Un poco más grande, Mujercitas y Tom Sawyer; a los trece, los policiales de la colección El Séptimo Círculo.

14. Una recomendación para quien se quiere dedicar a lo mismo que vos.
Que lea mucho, muchísimo. De todo. Pero si se quiere dedicar especialmente a la LIJ, que sepa que es fundamental leer autores de LIJ. A veces, los escritores de LIJ se saltean este requisito. Leer y escribir. Escribir y corregir. Corregir y corregir. Ser un poco humilde (no sé si es la palabra adecuada), no creer que lo que uno hace es inmejorable: siempre se puede mejorar. Dar a leer y escuchar al lector. Dejar lo escrito en reposo unos días, y luego seguir batiendo, agregando ingredientes, sobando la masa, hasta lograr el punto deseado, luego llevar a horno moderado y esperar el resultado. Y si en una de esas la torta se aplasta o se quema, a no desanimarse: empezar una nueva, que seguramente saldrá mejor.

15. Algo que te dé alegría inmediata.
La lluvia. Los árboles al comienzo de la primavera, cuando empiezan con los brotes y las flores. Los árboles en otoño, sobre todo esos que se ponen de un amarillo dorado furioso. Comer cosas ricas. Los días fríos con sol. Los días fríos sin sol. Mirar para arriba y descubrir, de golpe, una luna llena, redonda y gorda como ella sola. La risa de los demás, que enseguida me la contagio.

Datos sobre Norma en Wikipedia.